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ÉTICA EMPRESARIAL: CONCEPTO, ORIGEN Y TRANSFORMACIÓN

Fecha de publicación: 18 de noviembre del 2020


Autores

María Lorena Cardozo Aya 1520182046

María Camila Corral Laiseca 1520182004

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INTRODUCCIÓN

"El mundo de los negocios ha presentado diversas modificaciones a lo largo de su historia, pasando del intercambio comercial en la época antigua a las transacciones electrónicas tan comunes hoy en día. Como todo cambio, las fluctuaciones de sus implementaciones son variables y la aplicación de la ética empresarial no ha sido la excepción, porque la transición de un modelo de empresa cuyo interés único y final era el de producir y vender a toda costa, totalmente apático con el estudio del hombre como ser y de la ética, hacia dirigir sus esfuerzos a reflexionar sobre la importancia de las capacidades individuales, la pluralidad, el trabajo conjunto y el involucramiento de los altos ejecutivos y dirigentes de la empresa en las relaciones con los colaboradores de la misma, cambiaron por completo la metodología de hacer negocios alrededor del mundo. Debido a esto, y con la intención de darle una noción más humana y filosófica a la entrada de la ética como uno de los componentes nucleares del mundo empresarial, la filósofa española Adela Cortina Orts, a través de su libro: Ética de la empresa: claves para una nueva cultura empresarial, da nociones de cómo esa transformación no sucedió de la noche a la mañana y como la adopción de la ética, tomada en serio como un aspecto preponderante en las actividades corporativas, resulta ser una gran ventaja en la legitimidad de la empresa como en su perdurabilidad".

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ÉTICA DE LA EMPRESA

Intentando dar un concepto comprensible sobre los diversas áreas en las cuales se hace presente, la autora comienza por darle una definición lo menos cuadriculada posible a la palabra ética, viéndola como un tipo de herramienta cognoscitiva cuya funcionalidad y fin radica en brindar guía a las actuaciones del ser humano de manera racional, marcando claras diferencias sobre los conocimientos teóricos que solo fijan su principio básico en adquirir técnicas para el desarrollo efímero y automático de una actividad, mientras la ética resulta ser un arte que tiende a perdurar por toda la vida. Es de esta manera que el primer capítulo va enfocado explícitamente a desglosar punto a punto los requerimientos o saberes imperativos sobre la ética en el espectro personal para paso a paso llevarlos al ámbito empresarial.

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Comenzando por la importancia de forjar el carácter, se evidencia la tendencia a resaltar como la toma de decisiones es un aspecto fundamental en cualquier campo de la vida del hombre, pues su capacidad intelectual le diferencia sobre los animales a la hora de discernir qué camino le conviene más y por ende, apropiarse de las consecuencias que dicha elección pueda conllevar. Muestra de ello son las referencias tomadas de Heráclito al afirmar que “el carácter es para el hombre su destino” y de Ortega y Gasset al constatar su famosa expresión “yo soy yo y mis circunstancias”, dichas frases célebres coinciden en resaltar la injerencia de los factores externos que resultan estar fuera del control de cualquier individuo pero a su vez exaltan en aprovechar ese don otorgado por la naturaleza llamado libertad, la cual permite que más allá de haber nacido y crecido bajo los factores ajenos a la voluntad como lo son el entorno social, la familia, la genética y la psicología, cada persona tiene la posibilidad de ir en contraposición de estos ítems en pro de alcanzar, según Aristóteles, uno de los fines de la ética: el vivir bien.


Por esto, para moldear un carácter sólido es necesario definir en primera medida y cuidadosamente las metas que se quieren lograr para identificar los protocolos de actuación y los modos de actuar, considerando los valores a reforzar y/o adaptar si se desea a plenitud la meta preestablecida. Este tipo de actuaciones llevadas a la vida empresarial se pueden describir como el esclarecimiento de los fines que persigue la organización, y la capacidad de adaptación ante los diferentes medios que puedan surgir para la consecución de objetivos, siendo primordial la puesta en práctica de las actitudes/acciones que se van adquiriendo en disposición a obrar según la meta propuesta (conocidas como hábitos) y evitar aquellas cuya ejecución alejan tanto al individuo como a la firma a alcanzar las metas definidas (llamadas vicios).


Una vez realizado el análisis correspondiente a la relación entre la forja de carácter tanto en la vida personal como en la corporativa, es menester para la autora develar la primacía de estas metas en el plan de actividades a desarrollar por la compañía, porque antes de estipular criterios reglamentarios internos de una u otra índole, el peso específico de las metas es lo que induce al sentido de las acciones a tomar por parte de la compañía, que al ser un ente con una finalidad social, debe procurar su legitimidad ante la sociedad encontrando sus bienes internos en lugar de enfocar en los externos (dinero, poder, prestigio) que a su vez son factores comunes ante cualquier tipo de organización cualquiera sea su naturaleza, yendo siempre en la vía de encontrar la excelencia en la ejecución de los fines de la empresa y así eludir a la homogeneización de criterios donde la conducción de las compañías sea dada a quienes resulten ser más pragmáticos o intrigantes en lugar de los excelentes.

 

Junto a lo anterior, la ética de la organización debe estar acorde no solo a las concepciones de justicia de un territorio, sino ir más allá y darles una mayor plusvalía a las nociones morales universales así estas no estén legalmente constituidas en el marco legislativo de una nación, tomando como ejemplo episodios históricos nefastos como el Apartheid y el nazismo que a pesar de haber sido legales en Sudáfrica y Alemania, eran prácticas completamente repudiables.

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Como segunda medida, se realiza un repaso del nacimiento de la ética cívica, como el concepto de pluralidad tomó notoriedad (especialmente en el cambio constitucionalista ibérico) apartándose de la influencia religiosa como dogma primario relativo a la fuente de conciencia moral y ética que existía hasta la época (1978). La noción del término de ética cívica fue calando a nivel global hasta definirse sus conceptos y características, pudiéndose recalcar la personalización de cada individuo sobre su idea de felicidad independientemente de su credo, sin que ninguna autoridad sin importar su índole político-administrativa o clériga pueda imponer ante el pueblo un concepto distinto. Referenciando a autores como Immanuel Kant sobre la entrada de los hombres a la mayoría de edad, en la cual cada quien puede orientarse bajo su propia razón o criterio, se muestra cómo se pasó de ejercer una ética de súbditos característica del medievo a la de ciudadanía, donde cada persona participa de manera autónoma en la organización social que más se le ajuste ejerciendo los valores de libertad, igualdad y solidaridad, mismos valores que la actividad empresarial debe ejercer para satisfacer las necesidades humanas, desarrollando las capacidades de su equipo de trabajo al máximo.


Dando paso a la ética de la empresa, su concepto se basa en la caracterización de la empresa como organización económica y social, en la cual la función de sus directivos y la toma decisiones son procesos fundamentales, de ahí que la ética de la economía moderna, pasado por el capitalismo y su papel como eje central de una organización en la economía haya suscitado dudas sobre la prolijidad de los empresarios en su actuar, al considerar muchas veces al capitalismo como un medio de manipulación (al estilo maquiavélico) de la moral para obtener la mayor ganancia monetaria posible, sin embargo, independientemente de las críticas y dudas, el capitalismo ha atribuido a la generación de riqueza y bienestar, enunciado respaldado en el estudio y justificación de la economía moderna realizada por Adam Smith.


No caben dudas entonces, sobre la transformación del capitalismo desde la burguesía enfocada en afán de lucro y la prudencia económica y racional pudiendo resumir este enfoque en el gastar menos de lo que se gana, pasando por el interés propio y la “mano invisible” donde el ser actúa bajo su propio beneficio procurando la conservación, siguiendo por el principio del utilitarismo que infiere buscar el mayor provecho de las cosas útiles para la satisfacción de las necesidades humanas al mayor número de individuos hasta el interés general de la elección social donde se procura distribuir tanto del dinero como de los beneficios y cargas generadas por la renta global de una comunidad, confiriéndose a ese estilo económico (capitalismo) una evolución social desde su introducción en la economía general al tener un estilo más discursivo al surgir el management comunicativo como forma de control democrático de todos los actores involucrados en el proceso.


Por otra parte, la ética de la empresa suele presentar diversas dificultades, siendo una de las más evidentes la desconfianza del empresariado al presentarse en disyuntivas como el “requerimiento” de dejar a un lado a la ética para hacer negocios, en centrarse la maximización de beneficios de la empresa como fin único y la de limitarse a cumplir la legalidad y la sujeción a los términos de ley para dar cumplimiento a la legalidad y leyes del mercado; otra dificultad recae en la esteticidad/necesidad de ética en los negocios, al catalogarse como nuevo opio del pueblo al retraerse en antecedentes históricos donde las nociones ideológicas de la ética protegieron a la clase dominante. Es así como la ética es un concepto ambiguo, tanto por ser un ítem valorado en las empresas que se utiliza como estrategia para potencializar la eficacia de la empresa misma, como resulta ser igualmente necesaria para el proceso de transformación que ha venido presentándose en las organizaciones.

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Otra de las dificultades o retos de la ética de la empresa radica en la pregunta si ¿no es imposible ser empresario y tener un comportamiento ético? Cuestionamiento que deriva en el análisis de sopesar las circunstancias existentes en el orbe corporativo y por ende, las opciones de decisión que deben tomar tanto el empresario como el ejecutivo al ver en posiciones contrarias los mandatos morales y el deseo de la obtención de réditos económicos. Para darle una claridad a este cuestionamiento resulta primordial referirse a los conceptos de Weber de ética de la convicción y ética de la responsabilidad, las cuales, en su orden, determinan prohibir ciertas acciones sin importar su connotación bondadosa o nociva sin tener en cuenta las circunstancias en las que deben ejecutarse ni las consecuencias de omitirlas o realizarlas, mientras la ética de la responsabilidad se remite exclusivamente a que las consecuencias de las acciones no representan interés alguno por quien o quienes las cometen. En este sentido, el filósofo alemán creía que aquellos profesantes de la ética de la convicción no eran totalmente desinteresados de las consecuencias de sus acciones, creía en lugar de esto que toda acción mala y toda acción buena tienen como resultado lógico, consecuencias malas y buenas respectivamente.


Los motivos para el nacimiento de la ética empresarial recaen en el carácter urgente de recuperación de la confianza (por parte de la sociedad) hacia la empresa, que como organización ha sufrido una pérdida notoria de credibilidad debido a diversos escándalos presentados a lo largo y ancho del planeta, además, el suplir la toma de decisiones a largo plazo y la responsabilidad social de la empresa como factores directamente relacionados con la prevalencia en el tiempo de la compañía y un actor económico con responsabilidad moral ante los miembros de su cadena de valor (consumidores, proveedores, accionista y colaboradores), y el estar inmersos en una era managerial donde el mánager es el personaje central en la toma de decisiones al tener objetivos claros, con adaptación y facilidad de salir de su zona de confort, con capacidad de resiliencia, imaginación y posibilidad de desarrollar nuevas estrategias con el respaldo del diálogo en lugar del conflicto.


Estas nociones como la figura de un directivo, el recuperar la comunidad frente al individualismo (dejar la competencia interna por empoderar a los colaboradores en alcanzar metas conjuntas) recalcan el porqué del surgimiento de la ética empresarial.


La ética empresarial puede definirse como medio para resolver moralmente conflictos de acción, lo que significa señalar los puntos de una discusión y poder llegar a acuerdos justificados a través del diálogo y políticas propositivas en lugar de prohibicionistas como lo distingue M. T. Brown. También es la ética un punto cumbre en las relaciones internas y externas de la empresa, es decir, el trato entre los profesionales de la empresa con clientes, proveedores y las instituciones públicas, como dicho trato se sostiene igualmente entre el personal de la compañía, incluyendo por supuesto a los dirigentes de la misma.

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Hoy por hoy el empresario ejerce un liderazgo social que lo obliga a tener un comportamiento distinto al de los demás, las características de la sociedad actual han delegado en él un papel que le obligan a diferenciarse en su forma de actuar del resto de aquellos líderes que de una u otra forma han decepcionado en su manera de guiar a la sociedad. Es por esta razón que Adela Cortina, en el capítulo cinco, considera que la ética de la dirección debe procurar líderes que sean capaces de convertir su empresa en un verdadero espacio ético, máxime cuando se pasan más de ocho horas al día en este recinto junto al equipo de trabajo. Este proceso conlleva a reconocer y dinamizar el ethos, dando espacio a la innovación, la cooperación y la responsabilidad, donde el directivo además de dirigir, administrar y gestionar, también comunique eficientemente y ejerza un liderazgo integral dándole relevancia al factor humano de la empresa.


Por último, la institucionalización de la ética en la empresa es posible con el apoyo de la asesoría ética, la cual se clasifica como informativa y normativa, la primera es referente los saberes técnicos como los reglamentos de producción, el marketing y la introducción de nuevos materiales, la asesoría ética normativa enfatiza el planteamiento de objetivos, según las bases morales y sociales que otorgan su validez o legitimidad; partiendo de estas clasificaciones es posible caracterizar a la asesoría ética como un procedimiento el cual brinda la opción de determinar qué normas o valores son correctos moralmente y el contemplar la participación de todos los actores implicados en la toma de decisiones con las mismas condiciones, sin ningún de coacciones o presiones.


Dicha asesoría presenta niveles en los cuales se toman en cuenta los tecnicismos primarios relacionados con la actividad económica en primera medida, dentro del segundo nivel se redefinen las ideas contenidas en el primer nivel catalogándolas como recomendaciones y valores que definan el sentido y fin de la compañía. El último nivel es aplicar las normas generales obtenidas de los niveles anteriores y ponerlas en práctica en casos específicos. La asesoría ética además de niveles presenta tres consideraciones que definen su actuación, estas consideraciones se adhieren a postular que ninguna decisión empresarial es de carácter privada, al menos no en su totalidad, pues directa o indirectamente tiene repercusiones (positivas o negativas) en la vida de terceros, bien sean colaboradores, proveedores, clientes, etc. En adición, la asesoría de ética, es proclive a hacer que la ética empresarial como tal encuentre una sinergia entre los criterios económicos y éticos, sin dejar de lado cualquiera de las dos facetas en las actividades de la compañía. Por último, la tercera consideración recalca que, para lograr el punto anterior, es necesaria la consideración del diálogo entre las partes implicadas para determinar la utilidad y los costos internos y externo que la armonización de actividades armónicas entre lo económico y lo moral puedan presentar.


Teniendo los niveles de la asesoría ética, la empresa busca un enfoque integral, completo, para responder al requerimiento de legitimación de la compañía como órgano social que en esencia es.


En síntesis, la ética empresarial más allá de ser un concepto relativamente nuevo en el ámbito de los negocios, es un tema medular en el proceso de transformación de las empresas, que hoy no solo se preocupan por obtener dividendos, disminuir costos, optimizar producciones y aumentar ingresos, también velan por convertirse en un actor económico de riqueza y compromiso social, donde quienes lo integran, puedan aportar la totalidad de sus capacidades en un ambiente autónomo, amigable y en el que se les valore sus iniciativas, conocimientos y aptitudes.

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